Tuesday, April 15, 2014

HIMYM, la idealizacin y la nostalgia - Todoseries


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“Our children will always hear romantic tales of distant years” son las primeras palabras que se pueden escuchar en la canción Heaven del grupo neoyorquino The Walkmen. Canción cuyo estribillo es “Remember, remember, all we fight for” y que suena en los minutos finales del último episodio de How I Met your Mother. Tras nueve temporadas la serie creada por Craig Thomas y Carter Bays puso fin a su trayecto el pasado 31 de Marzo. Desenlace incomprendido, que fue criticado por la gran mayoría de espectadores, que con ese enfado, irónicamente, no dejaba de subrayar algunas de las muchas virtudes que ha tenido esta serie. Y es que en estos nueve años la serie ha tenido altibajos, cambios de tono, transformaciones arriesgadas… Pero en ese doble capítulo final nos volvió a recordar por qué ha sido, más allá de una efectividad muchas veces discutible, una de las sitcoms más estimulantes de los últimos años.


Cuando el año pasado se anunciaba que la última temporada se desarrollaría en las 55 horas previas a la boda de Robin y Barney ni los más optimistas pensaban que, más allá del reto y de la propia autoexigencia que se proponían sus creadores, iba a existir detrás de esa decisión, una razón de valor dramático tan poderosa como la que se revela en el penúltimo capítulo de la serie. Tras 440 minutos destinados exclusivamente al casamiento entre Barney y Robin, solo tuvieron que pasar 12 minutos para que nosotros, como espectadores, descubriésemos que la pareja se iba a divorciar. Gran parte del enfado de la gente se ha debido a factores como éste. Si Barney y Robin se iban a divorciar, ¿para qué era necesario dedicar tanto tiempo a su boda? Si Ted iba a acabar con Robin tras el fallecimiento de Tracy, ¿para qué tanta vuelta durante nueve años con la identidad de la madre? ¿De verdad merecía la pensa tanto esfuerzo? Pero claro, ¿cuándo ha existido la garantía de que el amor pueda (y deba) ser eterno?


Todos hemos hecho (o hemos creído hacer) locuras por personas de las que nos hemos enamorado. Independientemente de cómo haya terminado la historia, no se nos daba un ticket antes de embarcarnos en esa aventura, como garantía por si la relación no acababa como esperábamos. Si nos da rabia que Barney y Robin se divorcien, es porque nos hicieron creer que iban a acabar juntos (los guionistas… y los personajes). Si nos da lástima que Ted y Tracy no puedan vivir el resto de su vida juntos es porque pensábamos que estaban hechos el uno para el otro (algo que tiene un mérito incalculable sabiendo el poco tiempo que han compartido ambos personajes durante toda la serie). La idealización es uno de los dos grandes elementos sobre los que ha girado esta finale, y por extensión la totalidad de la serie. Tracy, antes de conocer a Ted ya había perdido a su alma gemela. Posiblemente si hubiésemos sido testigos de esa relación, la existente entre Ted y Tracy nos hubiese parecido mucho más molesta, casi artificial. No es casualidad que en el capítulo centrado en Tracy (“How you mother met me”), la historia comience en el momento en el que ella recibe la noticia de que su novio ha fallecido. Robin no deja de ser a Ted lo mismo que Ted fue a Tracy. Que nos parezca que haya traición o conformismo en el acto final de Ted, haría que su relación con la madre estuviera dotada de los mismos elementos.


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Los hijos de Ted le dicen a este que la razón de que les haya contado esta historia es que está enamorado de Robin y esta es su manera de pedir permiso para volver a intentarlo con ella. Evidentemente, gran parte de How I Met your Mother ha girado sobre la relación platónica entre Robin y Ted, pero la principal razón por la que Ted ha contado esa historia a sus hijos es el otro gran elemento sobre el que ha girado esta finale: la nostalgia. En “The time travelers”, vígésimo episodio de la octava temporada, Ted estudiaba la posibilidad de ir al evento “Robots VS Wrestlers” con Barney, para al final del día, acabar solo en el MacLaren’s. La voz en off de Bob Saget nos contaba que si hubiese tenido una segunda oportunidad, no hubiese ido a ver cómo luchaban robots y humanos sino que hubiese aprovechado para pasar una tarde más con Lily, Marshall y Marvin, ver a Barney y Robin discutir sobre el catering de la boda y, por encima de todo, para ir a por Tracy y aprovechar desde ese momento, de los 45 días que les faltaban para conocerse.


Paradójicamente, el MacLaren’s será lo que más echen de menos cada uno de los miembros de este grupo de amigos. Los últimos 40 minutos de la serie están dedicados a cerrar la historia de cada uno de los personajes que tendrán que decir adiós a algo (Lily y Marshall a su apartamento, Barney a su estilo de vida, Ted a la madre del título), pero sobre todo a recalcar cómo echaron de menos poder volver a reunirse juntos en la taberna. Esa foto que saca Tracy y que reúne a Robin, Lily, Marshall, Barney y Ted en su mesa del MacLaren’s es la única razón por la que este último nos ha contado esta historia. Solo le quedan los recuerdos de los mejores años de su vida. Los que pasó junto a sus amigos. Los que han formado la historia de How I Met Your Mother desde su primer capítulo, en el que Ted nos contaba cómo conoció a Robin, la que fue el último miembro en llegar a la pandilla. Quién fuera la madre o dejara de serlo, nunca ha sido importante. Los títulos de crédito finales, con imágenes de cada uno de los actores en el primer capítulo recalcan que todo este tiempo lo único importante ha sido eso: la amistad entre cinco tipos que decidían reunirse en un bar todos los días.


Es muy difícil mantenerse nueve años en plena forma. Sí, la serie probablemente tocó techo en sus primeras tres temporadas con capítulos como el del Prize is Right, videoclips de Robin Sparkles o cantos de la lluvia. Transformó su tono, pasando de ser una comedia con transfondo romántico, a ser otra en la que iba ganando más peso la parte romántica/dramática sobre la cómica. Todos sus personajes han acabado acercándose cada vez más a un extremo caricaturesco no tan presente en los primeros capítulos. Se llegó a abusar de la auto referencia, en su momento marca de la casa.


Dicho todo esto, sería absurdo negar que esta última temporada ha sido realmente valiente y que varias decisiones que se han tomado son dignas de aplaudir. La estructura base de contar todo lo que sucede en 55 horas, alejar a Lily y Marshall y poner en (breve) jaque la relación perfecta, hacer un capítulo en verso… Insisto, la efectividad ha podido ser mayor o menor, pero la intención de desperezarse y arriesgar, hacía tiempo que había dejado de estar tan presente en la serie como lo ha estado en este último año. Por encima de todas, una de las variaciones más arriesgadas, clave para comprender la disconformidad causada en muchos de los fans, es la ausencia de voz en off durante los dos últimos capítulos. A modo de auto sabotaje, los saltos temporales que ocurren en los últimos minutos de la serie, dirigidos exclusivamente al público de la serie, sirven para relativizar de una manera extrema toda la historia de la serie que comenzó en 2005 (ejemplo significativo ese gesto de Lily al descubrir que Barney se ha hecho otro Playbook, impotencia que comparte todo el público al descubrir la aparente incorregibilidad del personaje, antes de descubrir su definitiva redencion). Hemos visto poco a la madre, el matrimonio entre Robin y Barney no nos ha durado mucho, nosotros no hemos sido testigos del nacimiento del resto de hijos de Lily y Marshall… Hemos, nos, nosotros… La historia que les cuenta Ted a sus hijos, finaliza tras la conversación que tiene con Tracy bajo el icónico paraguas amarillo. Cómo conoció a su madre. La historia que cuenta la serie al público termina cuando Ted alza ante Robin la tuba azul. Curiosamente el único elemento de la serie que combina tanto nostalgia como idealización.


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